martes, 25 de agosto de 2009

Nantes



El 30 de agosto Lost in Marienbad cumplirá un año. La vida en la cueva de topos ha sido intensa y sólo tengo agradecimiento para todos vosotros.

Para celebrarlo, y puesto que en la fecha exacta estaré de viaje, invoco a uno de los espíritus tutelares de Marienbad: Barbara nos cuenta, con palabras sencillas, la muerte de su padre. Continúa así el diario-confesión sobre el umbral definitivo.

Gracias a "Ella" por subir el vídeo y realizar la traducción.

Y la canción "Marienbad" de propina:

miércoles, 12 de agosto de 2009

La muerte



I

Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino. El no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.

Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.

Estáis muertos.

*

En suma, no poseo nada para expresar mi vida sino mi muerte.

César Vallejo

***

Amanecemos
A la acumulación oscura de tus muertes,
De tus multiplicadas muertes solitarias,
Y a nuestro propio desengrendramiento
Para siempre y aquí.

*

No estabas tú, estaban tus despojos.

Luego y después de tanto
Morir no estaba el cuerpo
De la muerte.

Morir
No tiene cuerpo.
Estaba
Traslúcido el lugar
Donde tu cuerpo estuvo.

La piedra había sido removida.

No estabas tú, tu cuerpo, estaba
Sobrevivida al fin la transparencia.

José Ángel Valente

***

Por su amigo Enkidú
Gilgamesh
Lloraba amargamente y erraba
Por la estepa.
“¿No moriré acaso yo también
Como Enkidú?
Me ha entrado en el vientre la ansiedad.
Aterrado por la muerte,
Vago por la estepa”.

Gilgamesh, o la angustia por la muerte (versión ed. Kairós)

***

Nadie me conoce yo hablo los muertos

Alejandra Pizarnik

***

Si te murieras tú
y se murieran ellos
y me muriera yo
y el perro
qué limpieza.

*

Uno vive
con los muertos
que están ahí
con los sufrientes vive
y con los despistados
y con los presos
vive.

Idea Vilariño

***



Aquí, a la sombra de la muerte, es difícil
pronunciar la última palabra.
Sólo diré, pues,
“sin decir”.
Nada más,
nada más.

Dokyo Etan

***

Vine al mundo con las manos vacías,
Descalzo lo dejo.
Venir, partir:
Dos sencillos sucesos
Que se entrelazaron.

Kozan Ichikyo

***

La vida es como la neblina
Que exhala la gruta de una montaña
Y la muerte,
Una luna que flota
En su curso celestial.
Si piensas demasiado
En el significado de estas cosas
Estarás atado para siempre
Como un asno a su estaca.

Mumon Gensen

***

Cuando viene, ¡eso es!
Cuando se va, ¡eso es!
Ir y venir suceden cada día…
Las palabras que ahora digo, ¡eso es!

Musho Josho

***

Hasta ahora pensaba
Que sólo se morían
Los mediocres.
Pero si también mueren los que no lo son,
¿no producirán, seguramente, un estiércol mejor?

Morikawa Kyoriku

***

Creía que viviría
Dos siglos, o tres.
Pero ya me llega la muerte,
Cuando soy un muchacho
De apenas ochenta y cinco años.

Hanabusa Ikkei

***

Durante más de treinta años
Me he esforzado por anularme.
Salto ahora al abismo de la muerte.
El suelo se deshace,
El cielo gira.

Rankei Doryu

***

Me acerco
al brasero, y ah,
la eternidad

Gazen

***

He ponderado las enseñanzas de Buda
Durante 84 largos años.
Ahora las puertas se me cierran.
Nadie ha estado nunca aquí.
¿Quién es, pues, el que va a morir?
¿Y por qué lamentarse de nada?
¡Adiós!
La noche es clara,
La luna brilla, sosegada,
El viento entre los pinos
Suena como una lira.
Sin yo y sin otro,
¿quién oye su son?

Zoso Royo

***

De una tina (nacimiento)
a otra tina (muerte),
¡cuánta palabra inútil!

Issa


***



Amás aún, amas
Un cuerpo que ya no cree en sí mismo,
Amas su decrepitud, infarto y el abismo
Entre el posible cáncer de estómago y la cirrosis de hígado, o
Sea, amas un campo de batalla, en el que tú, un enemigo
Con aspecto rosáceo, coges entre tus brazos
Con tu fragilidad una fragilidad
Y matas con una mirada
Al tiempo ante ti al tiempo detrás de ti
A la muerte que es lo uno,
La muerte que es lo otro
Para ti, al que
Será la muerte,
Y esto es
Pronto

Ingeborg Bachmann

***

Y voy hacia la muerte que no existe
Que se llama horizonte en mi pecho.

*

La vida trabaja en la muerte con una convicción admirable.

*

Nadie nos dice cómo
Voltear la cara contra la pared
Y
Morirnos sencillamente
Así como lo hicieron el gato
O el perro de la casa
O el elefante
Que caminó en pos de su agonía
Como quien va
A una impostergable ceremonia
Batiendo las orejas
Al compás
Del cadencioso resuello
De su trompa

Sólo en el reino animal
Hay ejemplos de tal comportamiento
Cambiar el paso
Acercarse
Y oler lo ya vivido
Y dar la vuelta
Sencillamente
Dar la vuelta

Blanca Varela

***

He envejecido dentro de tus ojos; eras la dulzura y el exterminio
Y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos.

Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro,

Pero tú pesas en mi corazón y, como una miel oscura, yo te siento en mis labios
Al ir hacia la muerte.

*

Lame tu piel el animal del llanto, ves grandes números infecciosos y, en el extremo de la indiferencia, giras insomne, musical, delante del último dolor.

Vienen, extienden

Sobre tu corazón sábanas frías

*

Esta casa estuvo dedicada a la labranza y a la muerte

Antonio Gamoneda

***

Me aflige tanto que las década pasen tan rápidamente. Pero al menos
Estoy al otro lado del mundo.
Hasta tal extremo es duro morir.
En un momento de la vida, las cosas terminan.
Lo siento así: las cosas terminan.
Así es.

Te amaré hasta mi muerte.
Voy a tratar de no morir demasiado pronto.
Eso es todo, todo lo que tengo que hacer.

Marguerite Duras, C’est Tout

***

[…] símbolo que es realidad, realidad que se torna símbolo
Ante el rostro de la muerte.

Hermann Broch

***

La muerte se apoya sobre mi bastón

Mientras con lentitud
Me acerco a mi tumba

Dejó tras de mí
Una baba plateada.

Anise Koltz

***



La muerte es un hueso triste; contuso, se diría,
Y a pesar de todo ella me espera, año tras año,
Para reparar delicadamente una vieja herida.

*

La muerte correcta está escrita.
Colmaré la necesidad.
Mi arco está tenso.
Soy la bala y el garfio.
Estoy amartillada y dispuesta.

Anne Sexton

***

Mi centro es una herida dulce
Y su nombre es mi muerte.

*

No llore nadie por mi muerte:
El río me lleva
como el pez lleva sus escamas.

*

Si estuvieras un día fuera de ti solamente sabrías
lo intensa que es la muerte.

*

Morir no es la cuestión. Sino hundirse
despacio
en las arenas tibias de una ciénaga.
La cuestión es el barro que se empeña en seguir
la trayectoria habitual del aire al respirar.
La cuestión es que algo, una mano, un ojo, siga
agitándose en superficie mientras el corazón
desiste
y el cuerpo se acomoda
en el fondo.
Morir no es la cuestión. Sino saber atravesar
la vida con la leve insistencia
de los insectos que andan sobre el cieno,
saber alimentarse de carroña,
abrevarse en las aguas pútridas
y ofrecer el espíritu que germina en lo sólido.

Chantal Maillard

***

De modo que, al final de nuestra existencia, podamos decir que hemos existido en nuestro propio mundo y no tengamos que ir a la muerte con la vergüenza de haber tenido que existir sólo en el mundo de nuestros padres, porque esa vergüenza es la mayor.

Thomas Bernhard (Corrección)

***

En junio de 1872, una mañana temprano, asesiné a mi padre, acto que me impresionó vivamente en esa época.

Ambrose Bierce (El club de los parricidas)

***

¿Y no he intentado acaso pronunciar hacia atrás todos los alfabetos de la muerte?

Olga Orozco

***

¿Dónde negociaremos sobre la vida y la muerte?

Wislawa Szymborska

***

Y mostraré que nada puede acontecer más hermoso que la muerte…

Walt Whitman

***

Morir no es nunca nada más que forzar a la conciencia propia, en el momento mismo en que queda abolida, a despedirse de algunos barrios físicos activos o soñolientos de un cuerpo que nos fue medianamente extraño, pues que su conocimiento sólo nos vino a través de recursos mezquinos o esporádicos.

René Char

***

¿Cuál es el motivo de mi desencanto?
La vida humana es de seta matutina;
Cómo aguantarla si, en unas pocas décadas,
Parientes y amigos decaen y se ultiman.

En ésta la reflexión que me entristece,
La tristeza que no puedo reprimir.
Mas ¿qué remedio tiene lo irremediable?
Dejar el cuerpo, darse a la cara umbría.

Han Shan, también conocido como “el maestro del Monte Frío”



***

Sentí un funeral en mi cerebro,
Y los afligidos deudos de acá para allá,
No cesaban de andar – de andar – hasta que pareció
Que el Sentido se habría paso –

Y cuando todos estaban sentados,
Un Oficio, como un Tambor –
Estuvo golpeando – golpeando – hasta que pensé
Que mi mente se obnubilaba –

Y entonces les oí levantar una Caja
Que crujía en mi Alma
Con las mismas botas de plomo, otra vez,
Luego el Espacio – empezó a doblar,

Como si todos los Cielso fueran una Campana,
Y el Ser, sólo un Oído,
Y Yo, y el Silencio, alguna extraña Raza
Náufraga, solitaria, aquí –

Y entonces se le quebró una Tabla a la Razón,
Y yo caía, y caía –
Y golpeé un Mundo, en cada caída,
Y acabé por conocer – entonces

*

Morir sin morir
Y vivir sin la vida
Es el más arduo milagro
Propuesto por la fe

Emily Dickinson

***

Cultivo y tejo sólo para mi uso;
Hacer más no vale la pena.
¡Vamos, vamos, que en cien años
Cuerpo y nombre se habrán esfumado!

*

En el monte Shouyang calmé mi hambre con vegetales,
Junto al río Yi calmé mi sed con el agua corriente.
No encontré a nadie que me pudiera entender,
Sólo vi sus antiguos sepulcros.

Tao Yuanming, también conocido como "maestro de los Cinco Sauces"



II


Para quien reflexiona sobre ello, la muerte natural resulta ser, al final de su cadena de pensamientos, el fracaso máximo. Uno ha vivido, ha sido en vano, puesto que un día el mundo que uno llevaba dentro de sí, todo el mundo, se desmoronará.

Jean Améry, Levantar la mano sobre uno mismo. Discurso sobre la muerte voluntaria

***

Dice Cicerón que filosofar no es sino prepararse a morir, y esto es porque el estudio y la contemplación separan algo nuestra alma de nosotros y ocúpanla aparte del cuerpo, lo que supone en cierto modo, aprendizaje y parecido con la muerte; o bien, porque toda la sabiduría y el discernimiento del mundo se reduce al fin a este punto, a enseñarnos a no temer el morir.

*

Y para privar a la muerte de mayor ventaja contra nosotros, tomemos el camino contrario al del común de la gente. Que no nos sea extraña, tratémosla, frecuentémosla, que nada tengamos tan a menudo en nuestra cabeza como la muerte. En todo instante imaginémosla con todas sus caras.

*

Quiero que obremos las tareas de la vida tanto como sea posible; y que me halle la muerte plantando coles, pero indiferente a ella y más a aún a mi imperfecto jardín.

*

Aquel que enseñe a los hombres a morir, les enseñará a vivir.

*

Michel de Montaigne, “De cómo filosofar es aprender a morir”, Ensayos

***

Morir es cambiar de género, renovarse…

*

Se necesita una inmensa humildad para morir. Lo raro es que todo el mundo la posea.

E. M. Cioran, Ese maldito yo

***

El tiempo, la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido. ¿Qué, pues, puede darnos compañía? Única y exclusivamente la filosofía. Y ésta consiste en preservar el guía interior (daimon), exento de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, sin hacer nada al azar, sin valerse de la mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer; más aún, aceptando lo que acontece y se le asigna, como procediendo de aquel lugar de donde él mismo ha venido. Y sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la convicción de que ésta no es otra cosa que disolución de elementos de que está compuesto cada ser vivo. Y si para los mismos elementos nada temible hay en el hecho de que cada uno se transforme de continuo en otro, ¿por qué recelar de la transformación y disolución de todas las cosas? Pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza.

*

En suma, examina siempre las cosas humanas como efímeras y carentes de valor: ayer, una moquita; mañana, momia o ceniza. Por tanto, recorre este pequeñísimo lapso de tiempo obediente a la naturaleza y acaba tu vida alegremente, como la aceituna que, llegada a la sazón, caería elogiando a la tierra que la llevó a la vida y dando gracias al árbol que la produjo.

Marco Aurelio, Meditaciones




***

Mi Dios, ¡cómo el amor impide la muerte! No sé lo que me quiero decir con eso: confío en mi incomprensión, que me ha dado vida instintiva e intuitiva, mientras que la llamada comprensión es tan limitada. Perdí amigos. No entiendo la muerte. Pero no tengo miedo de morir. Va a ser un descanso: una cuna finalmente. No la apresuraré, viviré hasta la última gota de hiel. No me gusta cuando dicen que tengo afinidad con Virginia Wolf: es que no quiero perdonar el hecho de que ella se haya suicidado. El horrible deber de ir hasta el final. Y sin contar con nadie.

Clarice Lispector, Revelación de un mundo

***

La primera tarea de una sociedad adulta, en lo que concierne a la muerte, debería ser la elaboración de unos rituales de duelo. La segunda, la observación de los miedos. La tercera, educarse en la compasión. No me refiero con ello al ejercicio de la lágrima fácil ni a la proyección en otros de los propios duelos. No se trata tampoco de la encomiable voluntad de ayudar a otros ofreciendo respuestas desde uno u otro código; para la conciencia posreligiosa no hay vuelta atrás. Me refiero a la solidaridad del individuo que se sabe compartir con otros la conciencia del dolor, del miedo y del común desamparo. Una conciencia en carne viva, una conciencia encarnada. La educación en la compasión, en el com-padecimiento (cum pathos) podría ser aquello en lo que convergiesen el Oriente budista y la conciencia desdichada de Occidente.
Yo, por mi parte, me confieso occidental y asumo mis contradicciones: aspiro a la simplicidad del haiku, pero abogo por la lucidez hiriente de la conciencia posmoderna. En la hora de mi muerte, me gustaría, como Santoka, en el presente dilatado de aquel último instante, que mi conciencia fuese: Mientras termino de morirme / la hierba / llueve…

Chantal Maillard, “Desaparecer: estrategias de Oriente y Occidente”, Contra el arte y otras imposturas.

***

El marcharse de la existencia es la ultima ratio de la persona singular. A ésta no le gusta aceptar esa marcha, raras veces lo hace por propia voluntad, aunque también eso ocurre. A regañadientes se deja convencer por su Physis de que ha llegado la hora; pero cederá. La persona singular siempre piensa en eso, pero raras veces lo comenta. La “última” hora es una hora solemne, lo es aun cuando se concentre en lo que dura un relámpago. Así como el salto en el tiempo es siempre numinoso, también la despedida es numinosa –sean cuales sean las circunstancias.

Ernst Jünger, La tijera

***

Entrada sobre Philipp Mainländer en el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora:

“Según Mainländer, Dios existió al principio como una unidad originaria; la muerte de Dios fue el nacimiento del mundo con su pluralidad y con la ley universal del sufrimiento que domina toda existencia. Sin embargo, la unidad originaria y su voluntad persisten en medio de la diversidad y se orientan hacia la destrucción de ésta con el fin de resucitar a Dios. La conciencia individual y la conciencia comunal advierten, a través de los tráfagos de la vida, que la no existencia es mejor que la existencia; la redención del mundo, hecha posible por este conocimiento, se cumple, pues, según Mainländer, en la medida en que el hombre se niega a perpetuarse y en que tiende a autoaniquilarse mediante el suicidio. De este modo se cumple el gran ciclo de la redención del ser; la adquisición por éste de la conciencia es el camino seguro para su disolución y salvación.

Obra capital: Filosofía de la redención [No hay traducción al castellano y ni siquiera puede conseguirse en alemán, se descatalogó en los años ochenta y no se ha reeditado; busco este libro desesperadamente, sin resultados]



***

La muerte se hizo cansancio.
La muerte es el límite.
A éstos (al habla, al ojo, a la oreja, etc.) los adiestró la muerte hecha cansancio, a éstos los capturó la muerte, y después de cogerlos los paralizó. Así es como se cansa la voz, se cansa al vista, y se cansa el oído. Pero a éste, que es el soplo vital, a éste no lo capturó.

Simone Weil, Cuadernos

***

El hombre debe tener siempre presente que la muerte le acecha a cada instante. Si así lo hiciera, ¿no sería más fina la capa de impurezas que cubre su corazón?

*

En todas las cosas, la uniformidad es un defecto. Es interesante dejar algo incompleto y por terminar; así se tendrá la sensación de que mediante esa imperfección se prolonga la vida de los seres.

Yoshida Kenko, Ocurrencias de un ocioso

***

Un escritor se evade en los vocablos; algunos de ellos lo siguen en la muerte.

*

Un día escribiremos, como Dios en el cielo, el invisible libro de la muerte. Dejaremos de leer a Dios. Seremos leídos.

*

La vida no preserva más que la muerte; reserva; nos reserva y se reserva. La vida no es más que la muerte que vibra.

*

Vivos y muertos tienen, ante sí, el mismo horizonte.

Edmond Jabès, El libro de las semejanzas

***

La maldición de tener que morir debe ser transformada en una bendición: la de poder morir cuando vivir resulta insoportable.

*

Odiar la muerte de cualquiera tanto como la propia; hacer las paces con todos mas nunca con la muerte.

*

Desde hace muchos años nada me ha inquietado ni colmado tanto como el pensamiento de la muerte. El objetivo serio y concreto, la meta declarada y explícita de mi vida es conseguir la inmortalidad para los hombres.

Elias Canetti, Apuntes

***

En estos tiempos de tinieblas, uno desearía que el grito de los muertos prevaleciera sobre el palabrerío lacrimógeno que atruena para ocultar el cobarde alivio de haberse salvado, o la vergüenza de haber sobrevivido a lo insoportable.
Mantenerse aparte, hacer silencio está por encima de las posibilidades humanas. ¿Quién de nosotros no tiene algo que decir sobre el estado desastroso del mundo?

*

No mirarse envejecer en el espejo que nos ofrece la muerte, tampoco desafiarla con grandes palabras, sino aceptarla, si es posible, en silencio, como le sonríe a su madre un niño en la cuna.

*

Desde el instante en que uno ya no mide sus palabras, la búsqueda deja de procurar un entendimiento, un testimonio de presencia en el mundo.
Romper la sintaxis para entrar en una relación intransmisible con la muerte no es ceder a la resolución de callarse, es como si ya no se supiera exactamente lo que quiere decir hablar, faltando siempre que llegue la última palabra, vuelta impronunciable por la ausencia de otra perspectiva que no sea una persistente invalidez.

Louis-René des Forets, Paso a paso hasta el último

***

La mayoría, si no la totalidad, de los hombres viven una vida desdeñable, desdeñable en sus alegrías y desdeñable en casi todos sus dolores, salvo en aquellos que se fundamentan en la muerte, porque en éstos colabora el Misterio (y la misma vida se desmiente)

Fernando Pessoa, Libro del desasosiego



***

A cualquier edad uno fracasa al enfrentarse a su propio fin. Por viejo que uno sea, uno muere siempre demasiado pronto: pues en esta materia todos los finales son prematuros. El hombre se enfrenta obligatoriamente a la muerte en condiciones de improvisación y de indisposición: el impromptu de la muerte es, literalmente, extemporáneo. La urgencia que nos impondría la inminencia es por tanto una causa de enloquecimiento. Lo que fiábamos a largo plazo convertido de pronto en amenaza inminente, el quimérico futuro fijado para mañana por la mañana: no hace falta más para que sintamos vértigo.

*

La vida eterna, es decir, el hecho innegable de haber sido, es un regalo que la muerte hace a la persona viva.

*

Olvidada de todos, perdida en la lejanía del pasado, al vida de no importa quién ha sido para siempre, por los siglos de los siglos y hasta el final de los tiempos, la única posibilidad de realización de ese no importa quién. Por otra parte, esa existencia casi inexistente es más bien quasi-nihil que nihil, y más bien mínimo-ser que no-ser. Ahora bien, entre nada y casi nada hay una distancia infinita…

*

Ese casi nada que es un instante, ese casi nadie que es un Hápax inimitable e imposible de encontrar, ese casi-nunca que tiene lugar una sola y única vez en toda la eternidad, ¡están separados del Nunca y del Nada por un casi!

Vladimir Jankélévitch, La muerte



***

El vivir, como el morir, no se aprende. Tan sólo podemos esperarlo. Juntos. Intentar enseñarnos el uno al otro a vivir, en una inquietud compartida y una difícil libertad, cuando cada uno espera para sí mismo morir: tránsito fuera de la vida, salvación en la noche. De ahí la necesidad repetida de no distinguir estas dos siluetas: el espectro y el niño. No sólo, desde luego, porque quien atraviesa la prueba de la muerte se prepara para dar el paso más allá “tan desarmado como el niño que acaba de nacer”, sino también, y sobre todo, porque la tarea del superviviente, es decir, de quien sobrevive provisionalmente al otro, al amigo, consiste, en lo sucesivo, en sobrellevar la desaparición. Este se prepara para llevar (tragen) la ausencia; mejor: para llevar el duelo como se lleva a un niño.

Jacques Derrida, Aprender por fin a vivir

***

Morir de muerte al amor y al saber es una muerte más noble y tiene más valor que todas las buenas obras que la Santa Cristiandad ha hecho, desde el comienzo hasta hoy, en el amor y en el saber y que aquellas que todavía debe hacer hasta el último día. Ellas mismas sirven únicamente a la muerte, porque es en esa muerte donde surge la vida eterna.

Maestro Eckhart, Sermones y tratados

***

Si, por medio de una reducción o una disidencia preliminar, pudiéramos separar muerte y morir, habla y escritura, obtendríamos, aunque fuese muy costosa y penosamente, una especie de tranquilidad teórica, de dicha teórica, esa tranquilidad y esa dicha que atribuimos, en el fondo de su tumba dichosa, a los grandes muertos, que son también, y como por excelencia, las figuras relevantes o los soportes de la teoría.

*

Supongamos que el morir no está iluminado por lo que parece darle sentido, el estar-muerto. La muerte, el estar-muerto, nos conmocionan con toda seguridad, pero como un acontecimiento bruto o inerte (la cosa misma) o bien como la inversión del sentido, el ser de lo que no es, el penoso no-sentido que, sin embargo, siempre es retomado por el sentido, allí donde sigue dominando, a su manera penosa y tranquilizadora, el poder de ser. Después de todo, “estar-muerto” consigue hacer que la palabra muerto/muerte pase en posición atributiva, como uno de lo atributos memorables del ser, como un signo sólo desconcertante de la omnipotencia del ser que rige siempre, aún, al no-ser. Pero morir, lo mismo que no puede rematarse o cumplirse, ni siquiera en la muerte, tampoco se deja situar o afirmar en relación con la vida, aunque sea una relación declinante, una declinación de la vida. Morir no se localiza en un acontecimiento, ni dura al modo de un devenir temporal: morir no dura, no se termina y, al prolongarse en la muerte, arranca a ésta del estado de cosa en el que querría apaciguarse. Morir es lo que vuelve sospechoso al muerto e inverificable a la muerte, retirándole de antemano el beneficio del acontecimiento. Y la vida no sabe nada del morir, no dice nada de él, aunque no lo confina al silencio. De pronto y desde siempre, hay un susurro en medio del habla, el rumor de ausencia que pasa por y fuera del discurso, una parada no silenciosa que interviene, allí donde el ruido de la escritura […]. Morir: aquello que no toma apoyo en la vida; pero también es la muerte la que nos impide morir.

Maurice Blanchot, Le pas au-delà [El paso (no) más allá]





Barbara, La mort


Jacques Brel, J'arrive

Apéndices

plas a la muerte de su padre", de Manrique.


Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.
II
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.
III
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
INVOCACIÓN
IV
Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
su deidad.
V
Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.
VI
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.
VII
Si fuesse en nuestro poder
hazer la cara hermosa
corporal,
como podemos hazer
el alma tan glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
e tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
descompuesta!
VIII
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.
IX
Dezidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.
X
Pues la sangre de los godos,
y el linaje e la nobleza
tan crescida,
¡por cuántas vías e modos
se pierde su grand alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
por cuán baxos e abatidos
que los tienen;
otros que, por non tener,
con oficios non debidos
se mantienen.
XI
Los estados e riqueza,
que nos dexen a deshora
¿quién lo duda?,
non les pidamos firmeza.
pues que son d'una señora;
que se muda,
que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual non puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.
XII
Pero digo c'acompañen
e lleguen fasta la fuessa
con su dueño:
por esso non nos engañen,
pues se va la vida apriessa
como sueño,
e los deleites d'acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
e los tormentos d'allá,
que por ellos esperamos,
eternales.
XIII
Los plazeres e dulçores
desta vida trabajada
que tenemos,
non son sino corredores,
e la muerte, la çelada
en que caemos.
Non mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.
XIV
Esos reyes poderosos
que vemos por escripturas
ya passadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
assí, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
e perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.
XV
Dexemos a los troyanos,
que sus males non los vimos,
ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos e leímos
sus hestorias;
non curemos de saber
lo d'aquel siglo passado
qué fue d'ello;
vengamos a lo d'ayer,
que también es olvidado
como aquello.
XVI
¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d'Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
como truxeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e çimeras?
XVII
¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
d'amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
XVIII
Pues el otro, su heredero
don Anrique, ¡qué poderes
alcançaba!
¡Cuánd blando, cuánd halaguero
el mundo con sus plazeres
se le daba!
Mas verás cuánd enemigo,
cuánd contrario, cuánd cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuánd poco duró con él
lo que le dio!
XIX
Las dávidas desmedidas,
los edeficios reales
llenos d'oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
del tesoro,
los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
XX
Pues su hermano el innocente
qu'en su vida sucesor
se llamó
¡qué corte tan excellente
tuvo, e cuánto grand señor
le siguió!
Mas, como fuesse mortal,
metióle la Muerte luego
en su fragua.
¡Oh jüicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua.
XXI
Pues aquel grand Condestable,
maestre que conoscimos
tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas e sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
al dexar?
XXII
E los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,
c'a los grandes e medianos
truxieron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
qu'en tan alto fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?
XXIII
Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.
XXIV
Las huestes inumerables,
los pendones, estandartes
e banderas,
los castillos impugnables,
los muros e balüartes
e barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo passas de claro
con tu flecha.
XXV
Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hazer caros,
pues qu'el mundo todo sabe
cuáles fueron.
XXVI
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforçados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!
XXVII
En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
e batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
e trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su braço, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.
XXVIII
Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
e buen talante.
Aurelio Alexandre fue
en desciplina e rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el grand amor
de su tierra.
XXIX
Non dexó grandes tesoros,
ni alcançó muchas riquezas
ni vaxillas;
mas fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
e sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros e cavallos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas e los vasallos
que le dieron.
XXX
Pues por su honra y estado,
en otros tiempos passados
¿cómo s'hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos e criados
se sostuvo.
Después que fechos famosos
fizo en esta misma guerra
que hazía,
fizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía.
XXXI
Estas sus viejas hestorias
que con su braço pintó
en joventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos e ancianía
bien gastada,
alcançó la dignidad
de la grand Caballería
dell Espada.
XXXII
E sus villas e sus tierras,
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por çercos e por guerras
e por fuerça de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portogal,
y, en Castilla, quien siguió
su partido.
XXXIII
Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
a que non puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,
XXXIV
diziendo: "Buen caballero,
dexad el mundo engañoso
e su halago;
vuestro corazón d'azero
muestre su esfuerço famoso
en este trago;
e pues de vida e salud
fezistes tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta
que vos llama."
XXXV
"Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dexáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
peresçedera."
XXXVI
"El vivir qu'es perdurable
non se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
contra moros."
XXXVII
"E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperança,
qu'estotra vida tercera
ganaréis."
[Responde el Maestre:]
XXXVIII
"Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."
[Del maestre a Jesús]
XXXIX
"Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
e baxo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
en tu persona,
non por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona".
FIN
XL
Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
su memoria.
Jorge Manrique, 1477



El capítulo LXXIV de la segunda parte del Quijote, cuando Alonso Quijano está ya en las últimas:

"¡Ay! —respondió Sancho llorando—. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que es vencido hoy ser vencedor mañana."


Montaigne: "Quien enseñe a los hombres a morir, les enseñará a vivir".



"Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados."

Es parte de un poema de Federico García Lorca de Alma.




Una frase de Marcuse condenso todo esto: "Asi, la sexualidad obedecera en ultima instancia al mismo principio que el instinto de la muerte"

Cezanne, por otro lado, desdibuja la existencia, refiriendose (superficialmente) a la pintura: "El hombre ausente, pero por completo en el paisaje"

Recuerdo tambien un verso de Philip Larkin: "El amor no es mas fuerte que la muerte porque dos estatuas hayan estado cogidas de la mano durante seiscientos años"

Char, diria: "El poeta no se irrita por la horrible extincion de la muerte"

Y finalmente Renee Vivien, condena con este epitafio: "El mundo es un jardin de placer y de muerte"


Siempre quedara Quilapayun con su ingenua y sana determinacion: "Entre morir y no morir, me decidi por la guitarra"

http://www.youtube.com/watch?v=quS__faKbMg

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ESTE POEMA ES EL DE ESTHER RODRIGUEZ CABRALES.

Triste baile de huesos.

"Porque te has muerto para siempre,

como todos los muertos de la Tierra,

como todos los muertos que se olvidan

en un montón de perros apagados."

del poema Alma ausente

(F.G. Lorca)


TRISTE BAILE DE HUESOS.



Hoy me pienso ellos,

con el tiempo detenido entre mis dedos

y el viento agitado de ausencia.

He traído a mi memoria

aquellos muros heridos

de silencioso terror

de miles de padres irrepetibles,

hijos,

hermanos que se olvidan

en un montón de perros apagados.


Hay una ruina de lápidas en el cielo,

un velo de ignorancia que daña,

de nombres prohibidos

que se escriben con letra pequeña.

Es el miedo esta ausencia de sentido

de gritos orillados en la tierra.

Hoy me pienso ellos

y rehuyo al dolor.

Lo peor

es que todos los muertos se olvidan,

pero

hoy me pienso ellos

y hay un triste baile de huesos,

aullando

por permanecer vivo.


Hoy, con el tiempo detenido entre mis dedos,

me pienso ellos,

muertos para siempre,

y sueño

lápidas.



"¿Y si morir tuviese el sabor de la comida cuando se tiene mucha hambre? ¿Y si morir fuese un placer, un placer egoísta?" CLARICE LISPECTOR



Epitafio de Chantal Maillard dice: "ESTO TAMBIÉN PASARÁ".

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El cielo tiene miedo de la noche
Cuando el mar hace dormir los barcos
Cuando la muerte se nutre en los rincones
Y la voz del silencio se llena de vampiros
Entonces alumbramos un fuego bajo el oráculo
Para aplacar la suerte
Y alimentamos los milagros de la soledad
Con nuestra propia carne
Entonces en el cementerio sellado
Y hermoso como un eclipse
La rosa rompe sus lazos y florece al reverso de la muerte

Fragmento de Altazor - autor: Huidobro.

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Volver a la raíz.
Sea tu meta el máximo de vacío.
Conserva la firmeza de la paz.
Nacen las cosas y entran en la existencia, pero desde allí la vemos regresar a su reposo.
Mira todas las flores que florecen: cada una vuelve a su raíz.
Volver a la raíz es encontrar el descanso.
Este descanso significa regresión al destino.
Regresar al destino significa durar constantemente.
Conocer lo constante es estar iluminado.
Pero no conocer lo constante es caer en la ceguera y el desastre.
Quien conoce lo constante, lo abarca todo.
El que todo lo abarca es justo con todos.
Lo universal es el ritmo del cielo.
Y lo que está en ritmo con el cielo, lo está con el Tao.
Y lo que está en ritmo con el Tao perdura eternamente.
Aunque su cuerpo muera, nunca perecerá.

Fragmento de Lao Tsé

Extraído de esta web que habla de Lao Tsé. http://www.proyectopv.org/1-verdad/laotse.htm





Le preguntan a Krishnamurti:

Usted ha dicho que la muerte, el amor, el nacimiento, son esencialmente una cosa. ¿Cómo puede sostener que no hay diferencia entre la conmoción y el dolor que implica la muerte y la felicidad del amor?
.

Krishnamurti: ¿Qué entiende usted por muerte? La pérdida del cuerpo, la pérdida de la memoria; y espera y piensa que después haya una continuación. Algo que se ha ido de aquí, eso es lo que llama muerte. Ahora bien, para mí la muerte es producida por la continuación de la memoria, y la memoria no es sino el resultado del anhelo, del apego, del deseo. De modo que, para una persona que está libre del anhelo, no existe la muerte, no hay comienzo ni final, ni el sendero del amor ni el sendero de la mente, el dolor. Por favor, estoy tratando de explicar que, en la persecución de un opuesto, creamos una resistencia. Si siento miedo, busco valor; no obstante, el miedo me persigue porque sólo estoy escapando de lo uno hacia lo otro. Mientras que, si me libero del miedo, no conozco ni el valor ni el miedo; y yo digo que la manera de hacer eso es volverse alerta, vigilante, no tratar de reunir valor, sino librarse del motivo contenido en la acción. O sea, si usted tiene miedo, no busque un motivo para la acción del valor, sino libérese del miedo. Ésa es la acción sin motivo. Si de verdad ha comprendido esto, verá que el tiempo, la muerte como futuro, ha cesado. La muerte no es sino la percepción de una intensa soledad, y así, estando atrapados en la soledad, nos precipitamos hacia lo otro, deseamos la unidad, o queremos descubrir qué existe del otro lado; para mí, ésas son maneras de perseguir los opuestos y, por tanto, maneras de sostener permanentemente la soledad. Mientras que, al afrontar la soledad, al regocijarnos plenamente en esa acción tornándonos lúcidamente conscientes de la soledad, la destruimos en el presente. Por tanto, no hay muerte.
Todas las cosas tienen que gastarse. Las cosas son los cuerpos, las cualidades, las resistencias, los obstáculos; todas ellas se gastarán, tienen que gastarse, pero el hombre que en sus pensamientos y emociones está libre de resistencias y obstáculos, conocerá la inmortalidad, no la continuación de sus propias limitaciones, de su propia personalidad o individualidad, la cual no es sino una serie de capas de anhelos, apegos y deseos. Usted podrá disentir, pero si está libre del pensamiento, si se ha abierto paso por medio de esa conciencia de sí mismo, de esa percepción alerta, de esa llama de intensidad, entonces hay inmortalidad, la cual es armonía perfecta, la cual no es "el sendero del amor" o "el sendero del dolor", sino aquello en que ha cesado toda distinción.




Añado aquí dos poemitas aztecas (en torno al año 1000, si el librito no miente) que abordan el tema:

¿Do es dónde he de ir? ¿Do es dónde he de ir?
¡El camino, el camino está presente del Dios de la Dualidad!
¿Acaso no hemos de ir todos las Descarnadero?
¿Es en el cielo, o en la tierra este Descarnadero?
Juntos nos vamos, juntos nos vamos a su casa:
¡Nadie queda en la tierra!
Es por lo que lloro:
nuestra muerte destruye, nuestro amor destruye el bello canto:
¡por un momento, muéstrate en la tierra!

***

Sólo vinimos a dormitar, sólo vinimos a soñar:
no es verdad, no es verdad que vinimos a vivir en la tierra.
En hierba de primavera vinimos a convertirnos:
llegan a reverdecer, llegan a abrir sus botones nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo: algunas flores da y se seca.



D: dijo D:

"la muerte es una pasión discreta que nos habita".



MU'ALLAQA

No acampo en los altos por miedo.
Auxilio cuando se solicita mi auxilio.

No dejo de saciarme en vino y placeres,
de vender y gastar los bienes transmitidos y adquiridos
hasta evitarme toda tribu como a camello embreado.
Y tú, que censuras que asista a la guerra y a los
placeres me entregue,
¿puedes tú hacerme inmortal? Si no puedes evitar mi muerte,
déjame abordarla con lo que poseo.

Si el hombre lograra algún día burlar la muerte,
por vida tuya, que eso sería como soltar una amarra
asida por ambos cabos.
Yo soy el hombre enjuto que conocéis,
agudo como flamante cabeza de serpiente.


Tarafa (m. 569 d.C), de Poesía árabe clásica




lo que dice el Libro de la Sabiduría al respecto:
"Todos los que me odian, aman la muerte".


"Nada es la muerte, pues cuando ella está nosotros no estamos, y cuando nosotros estamos ella no está". Epicuro.


Spinoza decía que todo quiere perseverar en su ser, y esto también puede aplicarse a la conciencia, que no acepta extinguir su fuego.


ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE
( De memoria, del Romancero)

YO me estaba reposando
anoche, como solía.
Soñaba con mis amores
que en mis brazos se dormían.

Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
-¿Por dónde has entrado, vida?

-Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías...
-No soy el amor, amante.
La Muerte que Dios te envía.

-Oh Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día.
-Un día no puedo darte,
una hora tienes de vida.

Muy deprisa se levanta.
Más deprisa se vestía.
-¡ Abreme la puerta,blanca!
¡ Abreme la puerta, niña!

-Mi padre no fue a Palacio,
mi madre no está dormida...
-¡ Si no me abres esta noche
ya nunca más me abrirías!

¡La muerte me anda buscando!
¡ Junto a ti vida sería!
-Vete bajo la ventana
donde bordaba y cosía.

Te echaré cordón de seda
para que subas arriba.
Si la seda no alcanzare
mis trenzas añadiría.

La fina seda se rompe.
La Muerte, que allí venía:
-Vamos, el enamorado.
La hora ya está cumplida.



del famoso relato de la Muerte y el comerciante. Ese en que le dice la Muerte:
-Mañana te recogeré.
Y el tipo se va galopando toda la noche hasta llegar a Samarcanda, para huir de ella. Y luego la Muerte le dice:
-Me extrañó verte en el mercado ayer, sabiendo que esta noche tenía que recogerte aquí, en Samarcanda.

AH, si no lo conoces no te debes perder de ninguna manera el quinteto de cuerda de Schubert titulado "La Muerte y la Doncella".


Un pequeño aporte...

Morte


Que triângulo ou círculo poderá cercar-te
para que te detenhas demorada e minha
para que nâo desças toda pela escada
*

Muerte

Qué triángulo o círculo podrá cercarte
para que te detengas demorada y mía
para que no bajes toda por la escalera

Sophia de Mello Breyner Andresen




El marcharse de la existencia es la ultima ratio de la persona singular. A ésta no le gusta aceptar esa marcha, raras veces lo hace por propia voluntad, aunque también eso ocurre. A regañadientes se deja convencer por su Physis de que ha llegado la hora; pero cederá. La persona singular siempre piensa en eso, pero raras veces lo comenta. La “última” hora es una hora solemne, lo es aun cuando se concentre en lo que dura un relámpago. Así como el salto en el tiempo es siempre numinoso, también la despedida es numinosa –sean cuales sean las circunstancias.

Ernst Jünger, La tijera "



Que no me olvide: otra grandísima pieza musical que viene a cuento: "Lecciones de Tinieblas", de Charpentier.




Fábula de la Fuente y el Caballo


Dicen que murió un caballo.
Contaron que pasó como una sombra, que galopaba
como noticia que va corriendo
todos los días hasta la fuente-agua y sonidos blancos,
jaurías blancas y galgo crepitar-
todos los días entre la nieve y en el deshielo,
sobre la hierba de mayo, año tras año
huía de los lobos
ese caballo que ahora está muerto,
atravesaba los bosques encendidos por la luna
quien lo saludaba fríamente.

Era castaño-acaso era una yegua-
ese caballo del que hablo. Nunca lo podré conocer.
Me han dicho que pasó como una sombra
que su vida no fue sino una sombra y sin embargo el caballo era luz.
Era un caballo ateniense.
En sus ojos brillaba el fuego
de la verdad y la belleza,
pero nadie lo conoció.

Ese caballo que ahora viene vigilante hasta este poema
con los ojos agrandados
por el insomnio de la muerte,
con la mirada de mi hermano
y la sonrisa de fábula
a veces miraba a los hombres,
pero los hombres no sabían
prestar atención a un caballo.
Ni el sabio ni el indiferente
se preocuparon de indagar.

Y así el caballo pudo ir año tras año
hasta la fuente aquella y dicen
que se hicieron compañía
durante los durísimos tiempos.
No hablaban más que de sus cosas
en un lenguaje desconocido,
más misterioso que el sueco
aquel caballo y aquella fuente.
La fuente era una comadre
de las que todavía quedan,
vividora, aficionada
a los chismes.
El caballo era un caballero,
no puede decirse otra cosa.
Dicen que galopaba
como noticia que va corriendo
a propagar la prosperidad,
como un mensaje
del rojo del verano.
Y nadie lo escuchó sino la fuente, nadie supo su signo
ni su símbolo,
nadie quiso saber sino la fuente
de aquel caballo color hoja seca.

En el interior de un verso sueco descansa de su soledad
y ahora ha llegado a este poema antes del amanecer
con grandes ojos semejantes
a los de un antiguo profeta,
con ojos que no se preguntan
si fue Dios quien hizo la muerte,
con grandes ojos elevados
a la categoría de potencias.

Sueño y sendero, sangre y oscuridad
que suenan como campanadas.
Hacia dónde vuelan. De su paso no queda
vestigio alguno.
Y el caballo-desde la noche-mira y aprueba
no los ojos de la Desapacible
sino la última luz de una brizna de hierba.

Blanca Andreu


No a todo alcanza Amor, pues que no puedo
romper el gajo con que Muerte toca.
Mas poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere.
Mas poco Muerte puede, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.

Mecedonio Fernández


Trobriand con una endecha prematura…

“Hoy di la mano a la muerte
y vehementemente respete su círculo de tiza.
Vi tirados en el pasillo al jamás y al nunca más.
Abrazados sonreían iluminados por la luz antes presente en su rostro gris, hoy casi inerte.

30 metros de un corredor sembrado de lapidas.
Malsana y agridulce sensación, la crisálida del llanto aun sin formar.
Las manos que buscan contacto, creen poder guardar más y más y más y más...

Y esa frialdad que me condena, comienza a deshabitar. Mintiendo al recordar.”

"Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías".

"Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde."


"¡Y el toro solo, corazón arriba !"

Y otra vez:

"El toro ya mugía por su frente"

Y luego

"A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles"

Y en "Cuerpo Presente":


"La muerte es una piedra donde los sueños gimen"

Y después

"Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos (...)
Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me digan donde está la salida
para este capitán atado por la muerte"

Y el final:

"No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete, Ignacio. No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa. ¡También se muere el mar!"


("Al faro", V. Woolf) "morimos cada uno solo”.



SOLEDAD EN LA MUERTE


Hay que morir sin compañía...
Esposa mía y compañera:
tuya es mi vida toda entera,
¡pero mi muerte es sólo mía!

Toda la gracia del vivir
te di con mano generosa:
pero el cogollo de la rosa
no lo podemos compartir.

Tienes la vida y la verdad
del compañero y del amigo.
Pero aquel día... ¡yo conmigo
en mi infinita soledad!

Dos almas tienen sólo un Dios
y dos estrellas sólo un cielo.
Dos vidas viven un anhelo
¡pero no hay muertes para dos!

Por esa puerta no entrarás.
En esa senda no serás
ya mi consuelo y mi maestra.
Toda mi vida ha sido nuestra.
¡Mi muerte es mía, nada más!


versos de J. Ramón Jimenez.

1)

!Libro terrible-!muerte!-
y terrible momento
cuando-niños para él-nos toca
aprenderlo, tan fácil !ay! y tan dificil,)
tan corto !ay! tan largo!

2)

¿Qué hacemos cada día,
más que matar? ¿Cada acto
nuestro no es una muerte?
Nuestra vida
¿no es meter ataúdes
en los agujerillos
de los instantes?

!Qué cementerio el tuyo, vida mía!



Y estos versos también de Juan Ramón:

"No, no, vivos y muertos
somos los vencedores de la nada."



canción de Serrat:

Si la muerte pisa mi huerto
¿quién firmará que he muerto
de muerte natural?

¿Quién lo voceará en mi pueblo?
¿quién pondrá un lazo negro
al entreabierto portal?

¿Quién será ese buen amigo
que morirá conmigo,
aunque sea un tanto así?

¿Quién mentirá un padrenuestro
y a rey muerto, rey puesto...
pensará para sí?

¿Quién cuidará de mi perro?
¿quién pagará mi entierro
y una cruz de metal?

¿Cuál de todos mis amores
ha de comprar las flores
para mi funeral?

¿Quién vaciará mis bolsillos?
¿quién liquidará mis deudas?
A saber...

¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario?

¿Quién me hablará entre sollozos?
¿quién besará mis ojos
para darles la luz?

¿Quién rezará en mi memoria:
"Dios lo tenga en su Gloria",
y brindará a mi salud?

¿Quién hará pan de mi trigo?
¿quién se pondrá mi abrigo
el próximo diciembre?

¿Y quién será el nuevo dueño
de mi casa y mis sueños
y mi sillón de mimbre?

¿Quién me abrirá los cajones?
¿quién leerá mis canciones
con morboso placer?

¿Quién se acostará en mi cama,
se pondrá mi pijama
y mantendrá a mi mujer

y me traerá un crisantemo
el primero de noviembre?
A saber...

¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario?

viernes, 7 de agosto de 2009

Mi fósil. En el final era el verbo. Olga Orozco



Mi fósil

Guárdame, duro armazón tallado por la muerte en el polvo de Adán.
Pliégame a la obediencia,
incrústame otra vez en lo visible con esas nervaduras de terror
que delatan mi número incompleto, mi especie miserable.
Apenas me retienes por un lazo de sombra debajo de los pies,
apenas por un jirón de luz helada entre los dientes,
y no obstante persevero contigo en el desierto contra la voz que clama,
me aferro como a un mástil contra el ciclón de plumas que me aspira,
me adhiero como un náufrago al tablón que corre hacia el abismo.
Porque eres tú la encrucijada,
las gradas hasta el fin y la escalera rota,
ese extraño lugar donde se alían la maldición y el exorcismo.
Te han arrojado aquí
para que me enseñaras con tu duro evangelio la salida.
Te han encerrado a oscuras
para que me acecharas con mi propio fantasma sin remedio.
Te han jugado a perderme.
Te han prometido el sol de mi destierro,
mi feroz horizonte replegado debajo de la hierba,
la sábana de espumas en alguna intemperie en que no estoy.
Y tú en paz con tus huesos,
como momia de perro en el museo donde empieza mi infierno.
Sí, tú, mi Acrópolis de sal,
mi pregunta de nube sepultada,
mi respuesta de cera,
mi patíbulo errante lavado por las olas de una misma sentencia.

De Museo salvaje (1974)



En el final era el verbo


Como si fueran sombras de sombras que se alejan las palabras,
humaredas errantes exhaladas por la boca del viento,
así se me dispersan, se me pierden de vista contra las puertas del silencio.
Son menos que las últimas borras de un color, que un suspiro en la hierba;
fantasmas que ni siquiera se asemejan al reflejo que fueron.
Entonces ¿no habrá nada que se mantenga en su lugar,
nada que se confunda con su nombre desde la piel hasta los huesos?
Y yo que me cobijaba en las palabras como en los pliegues de la revelación
o que fundaba mundos de visiones sin fondo para sustituir los jardines del edén
sobre las piedras del vocablo.
¿Y no he intentado acaso pronunciar hacia atrás todos los alfabetos de la muerte?
¿No era ese tu triunfo en las tinieblas, poesía?
Cada palabra a imagen de otra luz, a semejanza de otro abismo,
cada una con su cortejo de constelaciones, con su nido de víboras,
pero dispuesta a tejer y a destejer desde su propio costado el universo
y a prescindir de mí hasta el último nudo.
Extensiones sin límites plegadas bajo el signo de un ala,
urdimbres como andrajos para dejar pasar el soplo alucinante de los dioses,
reversos donde el misterio se desnuda,
donde arroja uno a uno los sucesivos velos, los sucesivos nombres,
sin alcanzar jamás el corazón cerrado de la rosa.
Yo velaba incrustada en el ardiente hielo, en la hoguera escarchada,
traduciendo relámpagos, desenhebrando dinastías de voces,
bajo un código tan indescifrable como el de las estrellas o el de las hormigas.
Miraba las palabras al trasluz.
Veía desfilar sus oscuras progenies hasta el final del verbo.
Quería descubrir a Dios por transparencia.

De En el revés del cielo (1987)

sábado, 1 de agosto de 2009

Thriller-Babilonia



The unnameable little broom (The epic of Gilgamesh), Brothers Quay

Ishtar tomó la palabra
y dijo:
"¡Padre mío, crea un Toro del Cielo
que mate a Gilgamesh
y llene de fuego
su morada!
Si tú no me das
al Toro,
atacaré...
su morada.
Me pondré en camino
a los Infiernos
y haré que los muertos se levanten
y se coman a los vivos.
¡Haré que haya más muertos
que vivos!"

Anónimo, Poema de Gilgamesh.

Para Bashevis, una pepita para su intrahistoria (levemene iluminada): la primera aparición (o más bien invocación) literaria de los zombis. "Que los muertos se levanten y se coman a los vivos". Impresionante.

Y mi absoluta devoción por los hermanos Quay...
 
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